Como fundidos en una bella y ejemplar simbiosis de un fraterno y galante abrazo viene esa niña que tantas alegrías e ilusiones reparte a todo aquél que una vez más abra su corazón cofrademente sempiterno.
Se trata de una llegada perecedera y por ello, tan deseada, tan soñada; quizás tan buscada. Ese es el caso de muchos que como yo, nos la apañamos para encontrarla en cualquier rincón que presumiblemente nos traslade a un estado de gloria, que como ya digo, perece después de una serie de días. ¡Pero qué días!, son gozo y fruto de un vientre que proviene de una ciudad que da luz a la niña más bonita, más querida, más presumida y sentimental que jamás podamos soñar.
Por frutos encontramos unos naranjos que producen perfume embriagador, por sintonía una composición que obrara Font de Anta, ¿y por visión?; por visión el horizonte repleto de momentos para nosotros, y es que, este jugo que nos da Sevilla es tan inmenso que nos depara momentos para reencontrarnos con nosotros mismos. Piensen en esos momentos en los que frente a frente nos plantamos ante la imagen que nos depara nuestra devoción, piensen en esos instantes en los que los templos se quedan casi vacíos antes de cerrar sus puertas, con el olor a la cera quemada y la penumbra. Esa que sirve del recogimiento más sereno de todos. Esos son los instantes de la meditación con nuestras vivencias, nuestros recuerdos. Porque así lo dictamina el momento en el que acabamos de aterrizar. El momento de la meditación y de la celebración de la Pascua, para después deparar en la eclosión más imponente, que no es otra que la apertura de las puertas del Salvador mientras la nube de ilusiones con antifaz blanco se disponen a dar sus primeros pasos.
Aprovechemos los momentos que nos llegan ahora, utilicemos los sentidos para sentir ese abrazo que la Cuaresma le está dando a Sevilla, fundámonos en el instante que por cuarenta días nos regala la ciudad hasta que resucitemos en Santa Marina, que está abrazando Sevilla a su hija, y eso es costumbre aquí, porque se le quiere, se le cuida, y se le mima.
Que paséis una buena Cuaresma.
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