lunes, 16 de abril de 2012

Crónica de un macareno de Triana...




Era Jueves Santo por la tarde, no recuerdo exactamente la hora, pero llovia y no precisamente desde las nubes.

Sentado en el coche, ante la perspectiva de no ver ni una cofradia esa tarde por la maldita lluvia, me dirigía hacia el aljarafe a casa de mi hermana con mi hija, que el domingo de Resurrección cumpliría tres hermosísimos años. Como digo, iba en el coche escuchando el llamador y conectaron con el Hospital Virgen Macarena para narrar la visita de los Armaos Macarenos.

Estaba escuchando la retransmisión y llovía, una lluvia fina y pausada que nublaba mi visión y resbalaba por cada una de mis mejillas, un nudo en la garganta (como el que tengo ahora mismo) casi me impedia tragar saliba o respirar. Mi niña me miraba y me preguntaba por que lloraba, a lo que yo no supe que contestarle. Solo pasaba por mi mente la inmensa fortuna de tenerla sentadita en el asiento de atras en sus inocentes tres añitos en vez de en la habitación de un hospital como todas esas criaturas que estaban hablando por la radio, pero también lloraba por que volvía a encontrar algún motivo para creer en el hombre, por el orgullo de pertenecer a la misma tierra de esos hombre que, pese a lo duro de ese encuentro, eran capaces de afrontar la angustia y el trago amargo de ver tanta enfermedad y tanto desconsuelo y ser capaces transformarlo en amor, alegría y esperanza.

No sabre nunca expresar la gratitud que como sevillano, como hombre y como padre le debo a esa centuria de corazones emplumaos que van proclamando Sentencia de amor eterno a Dios y a los hombres donde los más puros sentimientos nacen, donde nunca falta la Esperanza por que es donde más falta hace, donde sobra el dolor y la pena que ellos con sus corazas de macarenos de oro combaten.

Pero no acaba aquí la cosa, después de cenar, vuelvo a mi exilio nazareno y acuesto a la niña, que ya era muy tarde. Yo me debatía entre salir a ver la madrugá o no, pero ... hacía tanto frio y había tal incertidumbre, eran las 11 creo, y seguía el agua... asi que me eche un rato con el llamador puesto a la espera de noticias y ... me quede dormido.

8:15 de la mañana. Me despierto. Dios mio!!! me he quedao dormido!! abro la ventana... sol, enciendo el ordenador... han salido todas las de la madruga... ¿que hago?¿me voy?¿no me voy?¿me dará tiempo?... os voy a decir una cosa de verdad, había estado soñando toda la noche con el paso del Señor de la Sentencia, con las marchas de la Centuria y con la forma de andar que os es caracteristica, no puedo explicarlo pero es asi ... de forma que me visto y salgo corriendo para mi Triana a dejar el coche e intentar ver algo. Aparque en la cuna de mis sueños, mi barrio León, al lado de mi, por desgracia, vacía iglesia de San Gonzalo, y salí corriendo dirección Reyes Católicos a ver si podía ver a mi Cristo de las Tres Caídas, que tanto me enseño a querer un trianero antiguo que se llamaba Fernando, mi abuelo, efectivamente, llegue a verlo y a llorar otro poquito pensando en una vieja historia y una cuenta pendiente entre El y yo que ya no podré cobrarme... Madre mía de la Esperanza y Madre de mi madre, perdona que este año no te vea en la calle, pero tengo que atender una llamada... De nuevo salgo a la carrera en dirección a la calle Feria, ... por Dios que llegue a tiempo!!!... ya estoy en calle Feria .... todo es verde esperanza, de punta a punta, hasta donde alcanza la vista... pero..en la esquina de Resolana... plumas!!... y un trono dorado!!!... he llegado a tiempo!!! consigo llegar ... y... vivi una experiencia nueva en mi vida, hermosa, gratificante y plena, me llene de aromas de barrio macareno, de fervor al Señor de la Sentencia, de macarenos moraos y de BARRIO con mayúsculas. VERDADERAMENTE BELLO Y EMOCIONANTE. Úna vez hubo entrado el Señor y satisfecha mi ansia de El, corri a la calle Feria de nuevo en busca de la Esperanza, de la de mi padre, de aquella a la que tantas veces el le había rezado por mi y por mis hermanos y cuya imagen preside el salón de mi casa... llueve amor en forma de pétalo, la dueña de nuestros anhelos se apodera de todo la que a su paso existe y se adentra entre la lluvia de amor y oraciones con empaque de emperadora, a llorar tocan de nuevo, ahora es mi padre el que por mis ojos llora.

Así ha sido mi experiencia macarena este año. Ha sido intensa y sorprendente para mi. Yo jamás podré ser armao macareno ni costalero de vuestro Señor de la Sentencia, pero os puedo jurar que me sentí armao y macareno hasta los mismos huesos.

GRACIAS DE TODO CORAZON POR HACERNOS SENTIR. POR HACERNOS TENER FE Y ESPERANZA. POR DARNOS MOTIVOS PARA VOLVER A CREER EN EL HOMBRE.

GRACIAS MACARENOS, CON PLUMAS O SIN PLUMAS, PERO MACARENOS.


Texto de nuestro querido amigo Caifás, costalero del Señor del Soberano Poder.

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